Defendamos la alegría, siempre.
Bolaroja · viernes, 5 de agosto de 2016

Hoy quiero contarles que Bolaroja seguirá funcionando sólo hasta fin de año. Esta no es una historia triste, es todo lo contrario.
En un momento no había nada. Entonces, mi corazón me animó a hacer una linda locura: Saqué los muebles de la sala y recibí a doce personas para darles doce clases de clown en mi casa. Así empezó Bolaroja.

Bolaroja nació de un impulso muy personal, yo necesitaba construir un mundo como lo soñaba, en un momento muy especial de mi vida, quería tener un pequeño lugar donde contagiar mi fascinación por el clown, por un clown que pudiera hablar de cualquier tema honrando sus emociones, todas. Quería formar clowns todo terreno, que pudieran funcionar en cualquier lugar. Quería construir un lugar seguro para nuestros alumnos, donde pudieran sentirse libres de ser quienes eran y perder el miedo al fracaso, un lugar donde reinara la pasión, la curiosidad, el cuidado, la creatividad, la disposición para jugar, para escuchar, para ver cualquier problema con ojos de posibilidad. Un lugar donde podíamos salir de nuestra cajita y abrir puertas del mundo que nunca antes habíamos abierto por falta de curiosidad o por miedo. Un lugar que nos despertara a todos.

Bolaroja ha sido punto de partida para miles de clowns aquí en Perú así como también en otros países gracias a los viajes que he podido hacer. Varios de ellos ya tienen sus propios grupos de clown. Algunos van a hospitales, o dan asesoría a nuevos grupos de clown hospitalario. Otros dirigen proyectos hermosos, actúan, hacen trabajo comunitario, eventos… Algunos viajaron y trabajan con grupos de clowns afuera. Otros usaron lo que aprendieron para ser mejores artistas, mejores padres, mejores parejas, mejores jefes, mejores compañeros. El clown saca lo mejor de ti, te reta, te mueve de tu zona cómoda, te empuja a tomar riesgos, a creer y confiar en tu corazón, a tomar grandes decisiones. El clown hace eso: Nos vuelve mejores personas.

Formado el grupo y aferrados a nuestra pasión, logramos lo imposible: un milagro. Logramos andar, correr y volar durante quince años sin tener apoyo económico constante ni una estructura organizacional convencional como para hacer algo así. De la manera en que la Bola fue construida, no debería haber durado ni un año y sin embargo hemos desafiado las leyes de la lógica trabajando ininterrumpidamente durante quince años a punta de mucho esfuerzo sumado a la pasión y amor por lo que hacemos.

Hoy la Bola va a tener una gran transformación. De un solo capullo saldrán cientos de mariposas.

El domingo pasado tuve una reunión con los voluntarios del equipo de Doctores Bolaroja, donde les informamos que trabajaríamos juntos sólo hasta diciembre de este año.

Bolaroja cierra en un buen momento: tenemos un promedio de 8 clowns yendo al hospital todos los martes y los sábados durante todo el año. Acabamos de participar en un congreso internacional de clowns hospitalarios donde causamos revuelo por ser uno de los pocos grupos de clown hospitalario profesionales integrado por voluntarios. Llevamos 3 estudios científicos con Doctores Bolaroja y 3 tesis realizadas alrededor de distintos aspectos de nuestro trabajo. Hemos ganado premios, hemos difundido el clown hospitalario en todo Sudamérica, miles de personas han llevado talleres de clown con nosotros y a muchos de ellos no solo les dio herramientas artísticas sino que también los ayudó a mejorar/cambiar/revolucionar su vida. Hemos visitado a miles de personas en riesgo, hemos acompañado a miles de niños y adultos hospitalizados, nos hemos preparado intensamente para trabajar en los terrenos más difíciles dando lo mejor de nosotros siempre, con respeto, con alegría, con compromiso, ética y calidad.

Tal vez sea difícil de entender, ¿por qué cerrar algo que funciona bien? Ha sido una decisión difícil para mí, yo misma estoy ahora atravesando mi tristeza, pero sigo avanzando porque confío en que hago lo correcto, porque es necesario reinventarse y sé que al cerrar Bolaroja se abrirán muchas más posibilidades para todos nosotros, para poder estar en más espacios, haciendo muchas más cosas, para mucha más gente. Tendremos mucha más fuerza, porque a partir de ahora, toda la creatividad, energía y tiempo que invertíamos en sobrevivir económicamente, lo tendremos disponible para que cada uno elija cómo quiere re construir su propio mundo. Cada uno elegirá su camino, teniendo como referencia las miles de posibilidades que probamos en este maravilloso espacio de experimentación que fue Bolaroja.

Nos vamos a multiplicar, de eso estoy segura.

Queremos quedarnos juntos trabajando hasta diciembre para así poder cerrar lo que tenemos pendiente. Nos quedan 42 visitas a hospitales, 8 visitas a un grupo de pacientes oncológicos -para un micro proyecto que ya teníamos programado-, tenemos dos intervenciones masivas con nuestros alumnos, un estudio que medirá el efecto de la intervención de los payasos hospitalarios sobre la ansiedad pre quirúrgica y cerraremos el año con nuestra amada Bolinavidad.

Queremos seguir defendiendo la alegría hasta el final, hasta que demos todos juntos ese gran salto que nos espera.

Para hacer todo lo que falta por hacer seguiremos trabajando, seguiremos vendiendo las tazas, polos y mochilas que nos quedan, seguiremos dando talleres, y nuestra querida amiga Paloma Casanave de Miss Cupcakes nos ayudará a recaudar fondos con los Bolicupcakes de aniversario. Yo intentaré hacer alguna función pro-fondos de «Cuerda», y tendremos una charla en el Teatro La Plaza el 19 de Octubre para hacer un recuento del trabajo que hemos hecho en estos 15 años. Ya les iremos contando paso a paso.

Ahora queremos agradecer a todos los que nos ayudaron, a los que nos acompañaron desde dentro o desde fuera, desde lejos o desde cerca. Muchas gracias por estar ahí, por la confianza, por todo el cariño que nos han dado en todo este tiempo y mi agradecimiento infinito por alentarnos en el último tramo de este gran sueño que está a punto de convertirse en miles de nuevas historias.

Una vez leí que ser clown era algo así como saltar al vacío y confiar en que las alas iban a aparecer. En cada taller repetí esa imagen para ayudar a los alumnos a dar ese salto sin miedo y muchos saltaron inclusive sin la nariz puesta, cambiaron sus estructuras, dejaron su zona cómoda, se arriesgaron, se escucharon por primera vez. Hoy salto yo, un salto más, un salto que cuesta pero que me va a servir no solo a mí sino a todos los que se animen a saltar conmigo y darle la vuelta a sus mundos también.

Allá vamos.

Wendy Ramos Directora – Bolaroja