Cuando hace ya unos cuantos años me aventuré a ser payasa, jamás pensé que este iba a ser el viaje de mi vida. Para llegar a ser payaso uno tiene que emprender un viaje hacia el interior de si mismo. El camino que se recorre te lleva a lo más profundo de tu ser y te capacita para contemplarte sin juicios ya que durante el recorrido te has ido liberando de todas las cargas innecesarias. Imagínate que un invierno partes hacia un lugar paradisiaco. En el punto de partida hace mucho frío así que llevas varias capas de ropa y también una mochila con lo que consideras necesario para el viaje. Poco a poco vas viendo que por el camino van apareciendo todas aquellas cosas que necesitas para satisfacer tus necesidades básicas. Hay árboles que te ofrecen sus ricos frutos, en la tierra crecen exquisitos vegetales y pequeños arroyos cristalinos te proporcionan su agua. Cargar con la mochila te comienza a parecer innecesario y, pese a la seguridad que te genera el tener tus cosas, decides dejarla y liberarte de su peso. El sol cada vez calienta más, el invierno se va transformando en primavera y te vas desprendiendo de las capas de ropa. Cuando no llevas puesta ya más que una fina y cómoda túnica sin costuras y de tacto suave, entonces llegas a ese lugar paradisiaco donde puedes quedarte a reposar todo el tiempo que quieras con o sin túnica porque allí te sientes seguro, tranquilo y libre. Te encuentras en casa, arropado por tu amor propio. Entonces descubres con sorpresa que pase lo que pase todo va a ir bien porque te amas y empiezas a “jugarte la vida”.

Es un viaje arduo, muchas veces decides quedarte por el camino pero si tu vocación verdadera es esta no puedes más que seguirla hasta el final. Con mi payasa descubrí el significado verdadero de la palabra de vocación. El diccionario la define como la inspiración con la que Dios llama a algún estado o profesión (http://lema.rae.es/drae/?val=vocacion). Sí, ser payaso es una experiencia mística o espiritual que requiere de vocación, es decir, uno tiene que amar lo que hace y para ello primero uno tiene que amarse a sí mismo. Así de sencillo es.

Y cuando llegas al final del viaje, cuando por fin conquistas la nariz roja, esa minúscula máscara, la más pequeña del teatro, entonces descubres con sorpresa que el final no es el final, es el inicio de un camino gozoso y lleno de magia. El payaso es el personaje de todos los personajes, el rey de las máscaras, ha conseguido dominar todos los arquetipos y su intención está enfocada en ponerlos al servicio de la belleza y la bondad. Es capaz de hacer que nos riamos del miedo. Por eso hay quienes sostienen que el payasos es sagrado (http://clownludens.blogspot.com.es/ 2009/01/payasos-sagrados.html). En muchas tribus antiguas su figura era la más respetada, estaba por encima de los políticos y los chamanes, pues se creía que los payasos tenían la capacidad de sanar el alma.

Ciertamente los payasos conocen bien la alquimia del cambio, cuentan con esa capacidad transmutadora o transformadora que pone del derecho el revés de la realidad. Son expertos en hacer algo que tan de moda ha estado en la estrategia empresarial: ver en la amenaza la oportunidad y en la debilidad la fortaleza. En resumidas cuentas, le dan la vuelta al fracaso y lo transforman en éxito. Y pueden hacerlo por la sencilla razón de que cuentan con la experiencia del viaje. Sí, la aventura de ser payaso es muy sanadora, te obliga a mirarte por dentro, debloquearte y observarte sin juicios, con compasión, desde la óptica del perdón, es decir, de quien comprende que errar es humano. Esta toma de conciencia es la que te acerca a lo divino, a tu ser verdadero y a auténtico, es decir, a vivir en el Amor.

Por todo esto yo defino al payaso como un ser humano que actúa desde la inocencia y la pureza del amor que todo lo llena de verdad. Y la verdad más absoluta para el ser humano es que hemos nacido para vivir y hacerlo con mayúsculas. Por eso el payaso “se juega la vida”. Así es como consigue emocionar y sacar carcajadas, mostrando como la vida es un juego. Haga lo que haga, el payaso siempre tiene éxito, también lo tiene cuando comete errores y la clave está en que disfruta de ello. El payaso goza del tener, del estar, del hacer y del ser, en lo bueno y en lo malo, con inocencia y con conciencia.! ! Amar, vivir y reír son las reglas básicas del payaso. Es así de simple. Siempre he dicho y siempre diré que fue mi payasa la que me salvó la vida, pues me enseñó a vivir en esta sencillez. Así que me siento agradecida cada vez que digo Yo Soy Payasa, vivo dedicada a sembrar felicidad con amor, bienvenidos y bienvenidas, pónganse cómodos, el juego va a comenzar.

Amapola Ola (Gema Sánchez Hernández)
http://amapolaolaclown.wordpress.com

Fuente: http://sembrandoatomos.es/?p=102