Primero fue el payaso, después vino el activista y finalmente el médico. ¿O fue al revés? El caso es que los tres personajes confluyeron por arte de magia en la larga humanidad de Hunter Doherty, más conocido como Patch Adams, que se hizo de joven un propósito:«En vez de intentar quitarme la vida, voy a ser feliz a toda costa… Y voy a empezar una revolución basada en el amor». Desde 1971, la peculiar revolución del médico más cómico del planeta tiene un nombre: Gesundheit (salud, en alemán). Así se llama su sueño, aún no materializado del todo, de construir un hospital rural en Virginia del Oeste donde se pueda ejercer una medicina con seis cualidades fundamentales: feliz, divertida, amorosa, cooperativa, creativa y considerada.

«El capitalismo de mercado, que es la peor de las enfermedades, ha convertido la medicina en un negocio sucio y avaro», declara Patch Adams, después de un ejercicio demostrativo en la localidad mallorquina de Pollença, donde participó en las jornadas Educar para la Vida.

«¿Qué se puede esperar de un doctor que dedica siete minutos de media a sus pacientes, como ocurre en EEUU?», se pregunta Adams, con la experiencia acumulada de sus 69 años. «¿Qué se puede esperar de un sistema deshumanizado que se lucra de la enfermedad? A veces pienso que Freud tenía razón cuando escribió La civilización y sus descontentos. Tal vez las enfermedades mentales son la respuesta natural a una sociedad desquiciada».

Le preguntamos al médico y payaso si el sistema sanitario no es acaso el reflejo de una sociedad enferma. «Y también al contrario: mientras los valores dominantes sigan siendo el poder y el dinero, no hay nada que hacer. El ganador se lo lleva todo: ésa es la ley de vida que nos viene impuesta por este sistema masculino que sigue imperando a todos los niveles, de la salud a la religión».

«Lo que necesitamos es feminizar la sociedad», es la receta del Dr. Adams. «Hacen falta más mujeres líderes, pero no al estilo de Thatcher o Condoleezza Rice. Tenemos que darle la vuelta a la escala de valores hasta poner por encima de todo la generosidad y la compasión, que son dos virtudes femeninas. No hay nada como darse a los demás. Paz, justicia y cariño, esa es mi trinidad favorita».

Patch Adams se considera «espiritual» aunque no cree «en el Dios de las religiones». Se define a sí mismo como un «comunista idealista» («quiero lo mismo para todo el mundo») y recorre el mundo con su larga coleta…

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