En el contexto de la muestra de artes escénicas para la infancia bajo el título “Cazando Mariposas”, convocada por el Ministerio de Educación en coordinación con el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Consejo Nacional de Casas de Cultura, la Brigada de Instructores de Arte José Martí y el apoyo del Centro Cubano de la Unión Internacional de la Marioneta y la Organización de Estados Iberoamericanos, entre el 16 y el 19 de julio próximos, en La Habana, se anuncia “Caras blancas”, nuevo espectáculo de TEATRO TUYO, que tendrá su Estreno Mundial el 19 de julio a las 10:30 am y 5:00 pm en el Teatro Nacional de Guiñol. Funciones que servirán como clausura del evento. Aquí les van las palabras al programa escritas por el actor, titiritero, investigador y Director Artístico de Teatro de las Estaciones, Rubén Darío Salazar Taquechel, quien ha sido además el coordinador del evento y un importante colaborador en el espectáculo.
Caras blancas: Vivir para siempre
Ante la inexistencia de textos para clowns, ojo, que no me refiero a los textos que se escriben para actores que representan payasos, algo que es bien diferente, Parra ha elegido invariablemente ser limpio consigo mismo, hacer que sus montajes sean viajes hacia el interior, en pos del sitio donde se aloja nuestro mejor cómico, un cosmos donde andemos desnudos de miedos y temores, sin límites, en un universo donde todo ríe y a veces llora, según sea la situación. Para “Caras blancas” no ha necesitado nada más que una caja de regalos, un padre y un hijo. Ambos, a través de reprises y escenas cortas, nos presentan un singular dúo de payasos. No existirá el tercer personaje que a algunos se les puede antojar necesario, seremos los del público quienes haremos el terciario que vivirá frente a frente una entrañable relación filial-profesional. Los espectadores no arreglaremos ninguno de los entuertos que se produzcan entre la pareja protagonista de la puesta en escena; no los pondremos en ridículo, ni los desconcertaremos, al contrario, seremos sus más leales cómplices. Ellos, a cambio, serán el más fiel retrato de nuestra infancia y madurez, todo en un solo haz, con sorpresa incluida, como en las buenas historias.
Sin trajes con lentejuelas, ni la clásica imagen alba que pacta con la luna, los pierrots tuneros tendrán su gran meta en el regalo artístico que pretenden con su representación, permeada de un componente humano que pasa por lo gracioso y lo conmovedor, como quien anda en la barca frágil y voluble de la vida, asombrados por todo, y tan curiosos como los zunzunes y las hormigas, al rescate de la herencia y continuidad del payaso esencial, dueño de la magia del circo, los malabares, las acrobacias y la fuerza de la música. Todos poseemos dentro un niño y un payaso, los dos son casi lo mismo. Ambos duermen su sueño en nuestro pecho. Si los despertamos, puede ser que el enrevesado mundo que nos rodea se convierta en un espacio más optimista. A fin de cuentas el verdadero deseo de un cara blanca, sea niño o adulto, es las inmensas ganas de ser querido, amado, hacerse de tantos amigos como estrellas tiene el firmamento y vivir para siempre.
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