El asesinato de la artista Julieta Hernández ha generado una oleada de protestas feministas en Brasil. El 12 de enero, movilizaciones sociales y artísticas se llevaron a cabo en todo el Brasil para rendir homenaje a la artista payasa, conocida como «Miss Jujuba», y para denunciar su asesinato como un caso de feminicidio, ocurrido el pasado 23 de diciembre.
En todo Brasil, se están llevando a cabo una bicicletada a nivel estatal y numerosos actos de homenaje para recordar a Julieta Inés Hernández Martínez. La artista payasa, músico, circense y marionetista venezolana de 38 años vivía en Brasil desde 2016 y fue brutalmente asesinada en las cercanías del municipio Presidente Figueiredo, perteneciente al Estado de Amazonas.
Julieta desapareció de las redes sociales y de las comunicaciones a finales de diciembre mientras realizaba un viaje en bicicleta desde Brasil hacia Venezuela. Su cuerpo fue encontrado en la selva amazónica el 5 de enero. La Secretaría de Seguridad Pública de Amazonas confirmó que fue violada, torturada y asesinada por una pareja de brasileños, quienes posteriormente confesaron el crimen. Julieta había llegado a la casa de la pareja, que formaba parte de una red de hospedajes para ciclistas que recorren la ruta amazónica, para pasar la noche antes de continuar su viaje.
Desde el Movimiento de Migrantes de Río de Janeiro, denuncian el feminicidio de Julieta, una mujer migrante que compartía sueños y que creía en el movimiento nómada. La tragedia pone de manifiesto la paradoja de la migración, donde las personas pueden ser acogidas pero también enfrentar violencia por ser mujeres y migrantes.
Julieta había vivido en Río de Janeiro durante tres años y residía en Sao Paulo, siendo parte de la compañía feminista de payasas Circo di SóLadies. Desde su desaparición, amigas, artistas, activistas y ciclistas organizaron una campaña de denuncia que ahora se materializa en una bicicletada nacional, congregando a decenas de miles de artistas, activistas, ecologistas y ciclistas.
En uno de sus últimos vídeos, Julieta expresó: «Ser mujer, payasa y venezolana son tres cosas entrelazadas. Ser mujer, payasa y migrante es una gran responsabilidad porque, queriendo o no, nos convertimos en referencias de mujeres que viajan solas, referencias de mujeres que eligen una profesión que generalmente es de hombres».
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