Artículo de Rubén Darío Salazar, uno de los directores teatrales más importantes de Cuba) sobre el último espectáculo de Teatro Tuyo
Teatro Tuyo ha vuelto al camino del teatro sin abandonar la estética escénica que los ha identificado durante 15 años de entrega a las tablas, el trabajo del actor como payaso, y ya saben los que conocen al colectivo tunero a qué tipo de payaso me estoy refiriendo. Alguien que es más que un personaje gracioso y de nariz roja que sirve a todos de hazmerreir. Sobre ese concepto, siempre inquieto y en ascendente transformación se produce el estreno de Caminantes”, un espectáculo que no tiene nada que ver con la solidaridad amistosa que marca a “Narices”, ni con la defensa del medio ambiente que identifica a “Gris”, sus dos anteriores trabajos. El nuevo montaje es protagonizado por dos payasos gitanos que en su afán viajero buscan un lugar para vivir.
Me gustan los giros en las búsquedas artísticas, son rotaciones que a veces llevan a algunas personas a establecer comparaciones desacertadas e inútiles, cuando lo que realmente importa es que la nueva producción sea auténtica en su planteamiento teatral. Este presupuesto lo cumple dignamente “Caminantes”, puesta en escena, diseño, banda sonora y texto de Ernesto Parra, que enarbola como tesis la no rendición ante los obstáculos y las absurdas prohibiciones, “pues la constancia, la fe y el amor harán posible no dejarnos arrebatar nuestro espacio, nuestra tierra”.
Belo y Chokolina se nombran los dos personajes protagónicos. Defendidos con eficacia física y dramática por Adrián Bello y Aixa Prowl, esta última viviendo su primera experiencia como actriz tras varios años como destacada artista circense, nos regalan durante casi cincuenta minutos la historia de amores y diferencias en una pareja de nómadas que encuentran en el espacio del teatro el lugar ideal para realizar sus adivinaciones, bailes, juegos acrobáticos, equilibrios, malabares y hasta una entrañable escena de teatro de sombras tradicional. Ambos exhiben una química escénica que se convierte, en mi criterio, en una de las mayores ganancias del montaje.
Una vez más consigue Parra que la trama de su obra sea algo más que los clásicos gags y reprises de payasos sobre el escenario. Acude a un trazado artístico que se apoya en la investigación exhaustiva para alejar a sus personajes del estereotipo popular gitano. Son individuos no solo carismáticos por sus rutinas espectaculares, sino seres dotados de una ternura que pasa por lo zalamero y lo irónico, amasados con una mezcla de magia, atemporalidad y misterio.
La banda sonora, inspirada en temas zíngaros de la vieja Europa, se ajusta como anillo al dedo a las acciones corporales de los histriones y se convierte en el tercer personaje de la historia. El diseño de vestuario, luces y escenografía, sencillo y esencial, apoya el discurso estético de la puesta que acude a objetos de la vida cotidiana como barajas, escobas, calderos, cucharones pomos plásticos, palitos de tender y una palangana, entre otros elementos animados por los payasos, que dejan entrever los vasos comunicantes de Teatro Tuyo con el universo de los títeres, una de las líneas de trabajo iniciales en su fundación.
¿Son los gitanos esos individuos marginados por sus andares vagabundos y fama de ladrones? ¿Son los payasos esos cómicos que solo sirven para arrancarnos una risa trepidante y vacía? ¿Son los niños un público que se conforma con cualquier representación simpática y divertida?
Siento que “Caminantes” extiende su alegato teatral por senderos que no son siempre evidentes a los ojos de los espectadores, e incluso de los propios especialistas de la manifestación. La agrupación proveniente de Las Tunas se ubica en un paisaje difícil que va del circo a la danza, de las figuras a la música, del teatro a la vida. Crean un todo vale que tiene de alegría y tristeza juntas. Asistir a una representación de ellos y no salir de alguna manera emocionados es casi imposible. No importa que la historia sea aparentemente sencilla, como es el caso de este reciente estreno, o enjundiosa como los proyectos futuros que prometen. Para ellos lo importante es no dejar a nadie indiferente, arrastrarnos hacia ese mundo otro donde viven sus payasos, un cosmos donde las narices apuntan siempre a las zonas del cerebro y el corazón.
Foto: Julio César García
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