Fotografía: Enrique Cidoncha
Artículo: Salomé Herce @Salomator

Cómico, actor, humorista, escritor… Pepe Viyuela (Logroño, 1963) ha hecho reír a varias generaciones. Desde su famoso número de la silla le hemos visto haciendo cine, teatro, televisión, radio e incluso ganando un premio de poesía. Licenciado en Filosofía y en Arte Dramático, nos habla del poder transformador del humor y la poesía, en una videollamada en la que, como en la vida misma, suceden contratiempos, como la inesperada aparición de su pequeña nieta en busca de las muecas del abuelo o su enorme gata que con parsimonia se planta ante la cámara para robarle el protagonismo a su dueño. Escuchando a Pepe Viyuela, una sonrisa perenne está asegurada.

Según Charles Chaplin, «un día sin reír es un día perdido». Para ti, según escribes en Bestiario del circo (Páginas libros de magia, 2006): «La risa es una corriente subterránea que remoja y remueve, que provoca flores a su paso». ¿Por qué es tan necesaria la risa?

Cuando estás bien –cuando no te pasa nada demasiado grave– la risa ayuda a expandirse y a comunicarse. Una sonrisa nos acerca directamente a las personas, posibilita que el diálogo fluya de una manera más tranquila, más sosegada, con más confianza. Pero cuando estás mal se convierte en una auténtica necesidad, porque cuando estás mal reír es un síntoma de esperanza. Cuando alguien de pronto te hace reír –y lo que te está pasando en ese momento a lo mejor es terrible, pero tú tomas conciencia de que a pesar de eso te has reído–, se refuerza la idea de esperanza; de que se puede estar mejor y de que también el impulso interno, que uno puede proporcionarse a sí mismo, puede ayudar a salir del agujero. La risa es algo tan físico que experimentamos de una manera tan inesperada y descontrolada que nos recoloca. Y esto ya está estudiado, hay una serie de sustancias que segregamos que hacen que nos sintamos mejor, más capaces de afrontar la realidad tan dura con la que vivimos. Está ya más que demostrado que el sentido del humor nos coloca con respecto a nosotros mismos mejor, y nos acerca a los demás de una manera más positiva.

Alguna vez has dicho que «la risa es una necesidad y no un artículo de lujo». ¿En todas las sociedades y en todos los momentos históricos ha existido el papel del payaso?

No soy antropólogo ni historiador, pero por lo poco que he leído, sí. Parece ser que en todas las culturas ha existido y existe esa figura que nosotros llamamos payaso, en otras culturas es el chamán, el brujo… Seres que permiten conjurar los malos momentos e invocar el espíritu de la cordialidad y del encuentro. Utilizando ese concepto de necesidad es fácil pensar que en todas las culturas haya sido necesario ese tipo de seres, de figuras que nos ayudan a recomponernos no solo interiormente a nosotros mismos, sino que la sociedad se reorganice de una manera más positiva en los momentos más difíciles. De hecho, si nos damos cuenta, en los momentos más complicados, incluso más traumáticos, vividos por las sociedades aparece enseguida el chiste, el humor como elemento necesario para conjurar los malos momentos, las desgracias. Y no estoy hablando solamente del humor negro, estoy hablando del humor que de pronto revitaliza. Creo mucho en la fuerza del humor siempre que venga de un lugar honesto. Creo también en la fuerza negativa del humor cuando se pretende utilizar para humillar, para hacer daño o para ridiculizar. El humor en sí mismo no es nada bueno ni malo, dependiendo de cómo lo utilicemos podrá tener una función u otra. Muchas veces hablamos del humor como elemento de salvación, pero puede ser también un elemento muy perverso.

Luego retomamos ese aspecto, pero volviendo a la figura del payaso, ¿nace o se hace?
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