Me he dado cuenta de que paso demasiado tiempo pensando…
Vivo la vida en mi cabeza: redactando correos, creando contenido que aporte para las redes sociales, tratando de recordar cosas, inventando posibles soluciones, preguntándome cómo comunicar mejor algo, diseñando listas para mi horario de trabajo, decidiendo qué voy a cocinar, haciendo planes para el futuro, buscando la respuesta adecuada…
Horas y horas lidiando con pensamientos. Un combate de lucha libre que nunca gano. ¡Porque cuanto más pienso, más tengo para pensar!
Pensar es como un tiovivo que gira sin parar, eventualmente me hace sentir mareada, desorientada e infeliz. A menos que me baje y me coloque en mi cuerpo, me puede afectar seriamente.
Un ejemplo de ello es alguien que asistió a uno de mis cursos de clown. Su psicólogo le había recomendado que dejara de pensar tanto, que volvería a encontrar su alegría si lo hacía, y le dijo que la mejor manera de hacerlo era haciendo el payaso.
Y sí, jugó, rió, actuó y luego ¡se inscribió a más talleres!
No existe una forma más segura y fácil de dejar el cerebro a un lado y empezar a disfrutar de la vida de nuevo.
Menos mal que en mis próximos talleres de clown podré mudarme de mi cabeza a mi corazón. Mientras tanto, me pondré la nariz roja y relajaré el cerebro.
Tómate un respiro, deja de pensar, haz un curso de clown.