La seria vida de un payaso. «El adulto no está acostumbrado a dejarse conmover pero se ha de dar el permiso de ser tonto y jugar de vez en cuando». Brian Rodríguez es payaso y director del Festival Internacional de Clownbaret que celebra su novena edición en Tenerife.

La pasión por el clown llena cada conversación que se mantiene con Brian Rodríguez, el director del Festival Internacional de Clownbaret (FIC), que estos días se celebra en Santa Cruz de Tenerife. Con cada nuevo espectáculo, este actor chicharrero trata de hacer valer el trabajo del payaso. «No hacemos espectáculos solo para niños, aunque llevemos una nariz roja», sentencia.

Explica que este sector, poco a poco, va ganando sus adeptos pero también afirma que él, al igual que otros muchos compañeros de este mundillo, «estamos en la lucha» porque «el adulto no está acostumbrado a dejarse conmover pero se ha de dar el permiso de ser tonto y jugar de vez en cuando», asegura.

Brian Rodríguez tiene 38 años y nació en Santa Cruz, donde vivió durante 15 años. Luego se trasladó a La Laguna y actualmente vive en La Victoria. «Me considero lagunero pero realmente soy chicharrero», sentencia el actor, quien reconoce que aún conserva muchos amigos de aquellos años de reuniones juveniles en los parques de Santa Cruz de Tenerife. Su vena más chicharrera le sale, precisamente, cuando habla del Carnaval. «Me encantan las murgas y, de hecho, en varias ocasiones me he planteado participar con alguna escribiendo las letras pero el teatro me ocupa demasiado tiempo y siento que no podría dar el 100%», explica.

Desde bien pequeño quiso ser actor de cine y, para ello, su madre le recomendó que se apuntara a un taller de teatro. Así empezó su relación con la Escuela de Actores de Canarias, que en aquellos años, cuando él solo tenía 14 años, «no era más que un cuartito pequeño en La Laguna», asegura Rodríguez. Fue en ese momento cuando se enamoró del teatro y, sobre todo, del payaso. «Siempre me funcionó muy bien hacer el ridículo», reconoce.

Con 18 años viajó a Londres para estudiar teatro y acudió a una escuela conocida por las clases impartidas por un gran payaso. «Allí estaba muy a gusto pero la vida es cara en Inglaterra y después de un año de vivir a costa de mis padres decidí volver a Tenerife», relata Brian Rodríguez. «Para tratar de agradecer a mis padres todo el dinero que habían invertido en mí durante mi estancia en Londres decidí matricularme en la carrera de Filología Inglesa, pero lo único útil que saqué de esos estudios fue que conocí a la que ahora es mi mujer y madre de mi hija», reconoce el actor.

Tras ese año en la Universidad, volvió a ingresar en la Escuela de Actores de Canarias, donde cursó los estudios durante cuatro años. «En ese tiempo me esforcé por hacer un teatro más serio pero el payaso que hay en mí siempre me ha perseguido», explica el chicharrero. Durante aquellos años, visitó en varias ocasiones las funciones del Teatro Guimerá. Y fue allí donde quedó enamorado del trabajo de varias compañías de payaso teatral.

«Llegué a escribirle a una de ellas para intentar conseguir un trabajo», comenta el santacrucero, quien persistió en este empeño por trabajar con los mejores del sector y finalmente se vio recompensado. Así, pudo girar durante unos cuatro meses con un circo por toda Europa hasta que aterrizó en Barcelona, donde, con 24 años, pudo actuar en el Forum junto con otros 20 payasos en una de las mejores experiencias de su vida.

Fue en ese momento cuando en su mente se consolidó una idea que llevaba rondándole en la cabeza algún tiempo: «Quería montar una compañía de clownbaret y cuando volví a Tenerife decidí ponerla marcha». Rodríguez se hizo con una subvención y dio forma a un segundo espectáculo con el que se propuso afianzar el proyecto y poder viajar por el mundo con él.

Sin embargo, tras su experiencia en el Forum de Barcelona también comenzó a pensar en la posibilidad de traer a la Isla todos aquellos artistas con los que había compartido escenario para que los tinerfeños pudieran disfrutar de ellos. En aquellos momentos conoció al que es hoy su socio en el FIC, César Cadenas, y vendieron la idea al Ayuntamiento de La Laguna, donde tuvieron lugar las dos primeras edición de este festival.

En Santa Cruz ya se han celebrado siete ediciones a lo largo de los últimos ocho años. «Soy muy ambicioso», reconoce Brian Rodríguez, quien explica que le hace falta un mayor presupuesto para poder traer a todos los payasos que tiene en mente. Asimismo, explica que, además de en el Teatro Guimerá y en la Plaza Isla de la Madera, le gustaría ver su festival repartido por toda la ciudad y en espacios como el Auditorio Adán Martín.

A lo largo de estos años, el chicharrero ha podido irse quitando «espinitas que tenía clavadas». Y eso lo consigue cada vez que puede incluir en el festival a uno de sus artistas favoritos. «Sin embargo, tengo amigos a los que aún no he podido traer porque sus espectáculos se basan en un teatro más pequeño», explica, aunque tiene claro que poco a poco irá tachando nombres de su lista de pendientes.

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