Sin payaso no hay circo, es la normativa de este tipo de espectáculos que cada Fiestas Patrias diversifican su oferta por las esquinas del Perú. La nariz roja modifica el rostro del artista. Lo dicen los clauns: otro ser comienza a respirar debajo de la base, de los delineados, de esa peluca colorinche cuando la nariz de botón se apodera de la cara.

El payaso debe ser la figura más popular que tenemos interiorizada como sinónimo de fiesta, de risa. Es el primer personaje divertido al que hacemos memoria –gratamente, la mayoría, o con miedo, algunos que no superan el trauma de los malos payasos, de lo exagerado de sus risas–.

Aún pervive como costumbre de Fiestas Patrias la llegada de los circos en julio, cuando chorrean unas monedas extras y se puede ir con los hijos a pasear.

“Los circos ya no son los de antes”, se escucha decir. Hace años que se impuso el modelo de circo más figura de televisión, primero con los grandes de la televisión latinoamericana y, después, con los personajes de la televisión nacional. Se puede decir que no existe programa o artista que se sienta famoso si no ha tenido o tiene una carpa de circo en Fiestas Patrias.

Pero la esencia del circo son sus números, su ilusión. Tenemos los circos modestos, con carpas tejidas con lonas y yutes, unidas por el sudor de sus integrantes miloficios: domadores de leones flacos y payasos; trapecistas y maestros de ceremonias; levantadores de pesas y bailarines; y de paso, empresarios autogestionarios.

El circo misio más emblemático es el del recordado José Álvarez, ‘Tony Perejil’, “el payaso de los pobres” por antonomasia. Valga el dato: en su honor se celebra cada 25 de mayo el Día del Payaso Peruano, porque la modesta carpa “Perejil” recorrió el país mejor que candidato presidencial en campaña, arrancando risas y fantasías a miles de peruanos de bolsillos apretados.

***********

La imágen es de Jorge Sedano, uno de los ocho periodistas que perdieron la vida en Uchuraccay, en 1984. Sedano fue periodista de planta de Editora Perú entre 1975 y 1976, aproximadamente, y posteriormente el recordado “Gringo” Guillermo Thornidike se lo llevó a La República.

No sabemos si fue obsesión de Sedano o simple coincidencia de comisión: el reportero gráfico siguió, en enero y julio, a los circos populares. Se metió entre bastidores a conocer la vida dentro del “Perejil” y también en el Circo Laboral Social del Nuevo Perú. Señoras y señores, bienvenidos a la nostalgia del circo pobre.

Fuente elperuano.com.pe